LAS CAMPAÑAS PSICO-SOCIALES 
EN EL GOBIERNO DE ALBERTO FUJIMORI
 

Santiago Stucchi Portocarrero
Guillermo Ladd Huarachi





Introducción

Durante los diez años del gobierno de Alberto Fujimori (1990-2000), las campañas psicosociales destinadas a distraer a la opinión pública de los problemas políticos del país, exaltar la imagen del gobierno y desprestigiar a la oposición política, han llegado a niveles sin precedentes en la historia del Perú y pocas veces vistos en la historia de Latinoamérica. Estas campañas son planeadas en el Servicio de Inteligencia Nacional (SIN), bajo la dirección del asesor presidencial Vladimiro Montesinos (ex-capitán expulsado del ejército) y con la colaboración incondicional de todos los canales de televisión de señal abierta y diversos diarios y revistas de circulación nacional, en particular los denominados "diarios-chicha", tabloides sensacionalistas de muy bajo costo dedicados a la difamación de los principales representantes de la oposición al régimen. Informes publicados en medios de prensa opositores revelaron que estos diarios estarían financiados por el gobierno. Las campañas psicosociales también se han llevado a la internet, a través de mensajes anónimos en las listas de interés de correo electrónico y en páginas web como la de "Aprodev", donde se publicaban libelos contra diferentes personajes considerados como enemigos del régimen.
 

Objetivos

1. Distracción de la opinión pública. Desde su inicio, el gobierno de Fujimori se ha beneficiado de noticias sensacionalistas que suelen coincidir con actos políticos controversiales, tales como revelaciones de corrupción, actos inconstitucionales y las denuncias de irregularidades realizadas durante el último -y muy cuestionado- proceso electoral. Estas noticias o "cortinas de humo" suelen estar referidas a intimidades de personajes de la farándula, escándalos en los denominados talk-shows e información deportiva (por poner un ejemplo, cuando el gobierno destituyó a tres magistrados del Tribunal Constitucional por oponerse a la ley que permitía la tercera postulación presidencial de Fujimori, en junio de 1997, los programas periodísticos de la televisión se dedicaron a la denuncia de "acoso sexual"  hecha por la congresista-vedette Susana Díaz contra el también congresista Miguel Ciccia; éste, luego, apareció semidesnudo en cámaras). La escasez de programas culturales y periodísticos independientes en la televisión de señal abierta (teniendo en cuenta que la mayor parte de la población no tiene acceso a la televisión por cable) contrasta notoriamente con la proliferación de talk-shows considerados denigrantes por los críticos (en uno de los más tristemente recordados, una mujer tuvo que lamerle las axilas a un hombre, en público, por un poco de dinero), cómicos de muy mal gusto, programas dedicados únicamente a hurgar en la vida privada de los artistas y programas deportivos. La situación no es mejor en los "diarios-chicha", cuyo contenido incluye titulares escandalosos en la carátula (que muchas veces ni siquiera se desarrollan en el interior), pornografía, violencia, notas esotéricas, intimidades de personajes conocidos, difamación y propaganda gobiernista, aunado todo esto a una sospechosa homogeneidad entre sus portadas. 

2. Exaltación de la imagen del gobierno. El control ejercido sobre la prensa (obtenido mediante presión tributaria y amenazas judiciales) permite la censura de noticias incómodas al régimen, la tergiversación de la información y hasta la abierta mentira a favor del gobierno. Esto fue muy evidente durante la última campaña electoral, cuando los canales de televisión de señal abierta transmitían en forma abrumadora la propaganda oficialista y los mítines políticos del candidato Fujimori, mientras se negaban a transmitir la propaganda de los candidatos opositores (aun siendo pagada)  y sus manifestaciones públicas. La propaganda del gobierno en los "diarios-chicha" es incesante: titulares enormes con las promesas electorales de Fujimori y los supuestos logros de su gobierno (el diario Extra tituló su primera página, al día siguiente del mitin final de Fujimori: "Dios está con el chino"). La propaganda gobiernista rebasó el ámbito de la prensa y llegó a involucrar al ejército, que se dedicó a repartir volantes entre la población y a pintar gigantescos mensajes de propaganda en los cerros que rodean Lima, incluyendo el histórico cerro San Cristóbal. Las entrevistas televisivas hechas a los representantes del gobierno son mucho más condescendientes que las destinadas a los opositores, evitándose a los primeros todo tipo de preguntas incómodas o comprometedoras, en tanto que a los segundos se les ataca despiadadamente.

3. Desprestigio de la oposición. Cualquier persona o institución que de algún modo sea crítica con el gobierno, puede ser objeto de campañas sistemáticas de difamación a través de la televisión y la prensa adicta, campañas que no dudan en recurrir a la calumnia y que permanecen en la más absoluta impunidad (cabe señalar que Moisés Wolfenson, director de El Chino, uno de los más acérrimos defensores del régimen, salió elegido congresista por el partido político de Fujimori en las elecciones del 2000; durante su campaña proselitista su diario anunciaba, con "una calata a la derecha, un titular donde desparramaba su habitual y vulgar verborrea y -lo más escalofriante- la foto de una niña mirando atónita el cadáver de un bebé quemado-", el rostro del candidato acompañado de la siguiente frase: "por el deporte y los niños, vote por el 69 de Perú 2000")  (Caretas 1610) (fig.1). Una de las primeras campañas de desprestigio fue la que realizó Fujimori, durante los primeros 2 años de su gobierno, contra el Congreso y el Poder Judicial. Continuas denuncias de corrupción difundidas por los medios afines y una actitud innecesariamente hostil por parte del presidente, fueron la preparación psicológica para el golpe de estado de 1992, campaña que se tradujo en un apoyo mayoritario de la población peruana, convencida por la propaganda de que "no había otra salida". Denuncias fundamentadas de secuestros, asesinatos y torturas son minimizadas rápidamente argumentando "autosecuestros" o "autotorturas" para "desprestigiar al gobierno" (luego de la denuncia del periodista Fabián Salazar contra supuestos agentes del SIN que le cortaron el brazo con una sierra para arrebatarle unos videos comprometedores, algunos canales de televisión y diarios oficialistas difundieron la tesis de que el mencionado periodista se había cortado a sí mismo con un bisturí, como parte de una campaña para "desestabilizar el régimen"). Durante la última campaña electoral, los candidatos opositores han sido víctimas de feroces e incesantes ataques de los medios oficialistas. Diariamente, los "diarios-chicha" inundaban los quioscos con insultos de todo calibre y acusaciones completamente falsas y sin fundamento alguno. Los programas supuestamente periodísticos de la televisión se dedicaban a acusar a los opositores de "mentirosos" o "traidores a la patria", a "descubrir" hijas no reconocidas o a inventar inverosímiles conspiraciones internacionales (según una de las cuales, la presión internacional por el fraude electoral es producto de la influencia del narcotráfico -supuestamente combatido con éxito por Fujimori- sobre los gobiernos de EE.UU. y Europa). En la internet se construyó una página web denominada Aprodev ("Asociación Pro-Defensa de la Verdad"), en la cual había información difamatoria contra representantes de la oposición. Los simpatizantes del gobierno no dudan tampoco en inundar algunas listas de interés de correo electrónico con cuentas anónimas, llenando de insultos y amenazas a quienes expresan sus discrepancias políticas. 
 

Técnicas

Tomando como modelo la descripción de J.A.C. Brown  (Técnicas de persuasión, 1963), la propaganda gobiernista de Fujimori utiliza las siguientes técnicas:

1. Empleo de estereotipos. La propaganda se encarga de formar o reforzar imágenes preconcebidas en la población acerca de los personajes que constituyen los objetivos de la misma. El más conocido de estos estereotipos -y adelantándonos un poco al siguiente tema- es el del "político tradicional" en contraposición al "no tradicional" o "independiente", visto el primero de ellos como ineficiente, corrupto, simpatizante del comunismo o comunista y ansioso de "regresar al pasado", en tanto que el segundo es tipificado como eficiente, honesto, pragmático, enemigo del terrorismo comunista y "preocupado por el futuro".

2. Selección. Como ya se mencionó, los medios informativos controlados minimizan o hasta ocultan las informaciones desfavorables al gobierno, en tanto que sobredimensionan todo aquello que de alguna manera le resulte conveniente a su imagen. El régimen no dudó en arrebatarle al empresario Baruch Ivcher su empresa de televisión Frecuencia Latina cuando comenzó a emitir denuncias contra la corrupción y abusos de derechos humanos, en 1997. 

3. Mentira abierta. La mentira en el gobierno de Fujimori se ha convertido en algo cotidiano. Mienten los medios de prensa parametrados, mienten los congresistas del gobierno, mienten los ministros y miente el mismo presidente en forma repetitiva y desde antes de llegar al  poder (basta recordar la famosa excusa de la "intoxicación por bacalao", que Fujimori inventó para eludir la presentación de su plan de gobierno en 1990). Las mentiras se manifiestan a través de promesas electorales incumplidas, promesas de "democratización", calumnias a los opositores, actitudes fingidas, negar hechos comprobados e inventar o exagerar supuestos triunfos.

4. Repetición. El bombardeo continuo y masivo de la propaganda consigue que algo de la información quede en la mente del público, por más falso que sea su contenido ("miente, miente, que algo queda", decía Goebbels). Meses antes de iniciarse oficialmente la campaña electoral de Fujimori, el slogan "Perú, país con futuro" fue difundido en canales de televisión, carteles en la vía pública, pintas en paredes y gigantescos mensajes pintados en los cerros que rodean a la capital. Iniciada la campaña, el slogan fue ligeramente cambiado por "Perú 2000", el nombre del partido que lanzó la candidatura de Fujimori.

5. Afirmación. El propagandista no suele sustentar sus afirmaciones, sino que prefiere proclamarlas como verdades incuestionables. Todas las entrevistas hechas a Fujimori a lo largo de su gobierno por los medios afines han carecido de cualquier tipo de cuestionamientos serios o preguntas incómodas, y se han limitado a discursos arreglados de antemano. Asimismo, ninguna de las múltiples promesas electorales del presidente ha sido sustentada coherentemente y jamás ha presentado un plan de gobierno ni ha participado en un debate político desde 1990.

6. Señalar al enemigo. Como toda dictadura, el gobierno de Fujimori se proclama como el abanderado contra los "enemigos de la patria", variopinto grupo que incluye desde terroristas de extrema izquierda hasta opositores democráticos ("tradicionales"), defensores de derechos humanos y gobiernos extranjeros, a los que se culpa de todas las desgracias pasadas y presentes del Perú.
 

Mitos

El enorme aparato propagandístico de la dictadura de Fujimori ha difundido una serie de falsas creencias -mitos- que a fuerza de repetición y ausencia de refutación, han llevado a una parte considerable de la ciudadanía (que afortunadamente, es cada vez menor), a la inercia y aceptación fatalista de la dictadura, o, en el peor de los casos, al apoyo incondicional. 

Hemos identificado los siguientes mitos:

1. Fujimori es el único que puede gobernar el Perú. Expresado por el mismo Fujimori al anunciar su ilegal postulación presidencial en diciembre de 1999, y reafirmado a lo largo de toda su campaña, representa el mesianismo característico de una personalidad narcisista, que lo hace ver como insustituible, irreemplazable, superior a todos los demás, con derecho a hacer lo que quiera sin responder ante nadie y carente de cualquier defecto, y por lo tanto, intolerante a todo tipo de crítica. Para sostener este mito se busca el protagonismo a como dé lugar, atribuyéndose Fujimori y su asesor Montesinos todo aquello que pueda ser considerado como un logro; esto fue muy notorio en la lucha antiterrorista, en el rescate de los rehenes de la casa del embajador japonés y en los acuerdos con el Ecuador. Esta falsa creencia la manifiestan muchas personas en frases como: "Fujimori debe continuar su obra", "ninguno de los otros candidatos me convence", "a Fujimori ya lo conocemos", "el otro candidato es inexperto", "violento" o "mentiroso". Refutación: a) la derrota del terrorismo fue obra de un trabajo de inteligencia de la policía, iniciado antes del gobierno de Fujimori; b) Fujimori era un desconocido cuando llegó al poder y nunca ha presentado un plan de gobierno; c) muchos de los que critican a la oposición se informan únicamente a través de la prensa y televisión parametradas con el gobierno.

2. El Perú necesita de un gobierno fuerte (o de una dictadura). Basado en la creencia del "fracaso histórico" de la democracia, este mito fue exaltado al máximo entre 1990-92 mediante la campaña sistemática de desprestigio de las ya de por sí desprestigiadas (y no sin razón) instituciones políticas como el Congreso, el Poder Judicial y los partidos. Campaña que no fue casual, sino premeditada y destinada a preparar el terreno para el golpe de 1992. Este mito llevó a una amplia mayoría de la población a ilusionarse ingenuamente con el "gobierno de emergencia y reconstrucción nacional", como otrora recibieran el mismo respaldo popular las dictaduras de Leguía, Odría y Velasco. Son frases características de los que así piensan: "la democracia no se come", "aquí hace falta alguien con mano dura", "el peruano no entiende por las buenas". Refutación: a) la mayoría de los gobiernos del Perú -incluyendo los más corruptos- han sido dictaduras;  b) la falta de control al poder hace a las dictaduras más proclives a la corrupción;  c) en otros países el terrorismo ha sido derrotado sin alterar el orden democrático.

3. Fujimori no es político. Pretende este mito diferenciar entre "políticos tradicionales" y "no políticos" o "independientes", incluyendo inicialmente en el primer grupo a todos los políticos con cierta trayectoria, particularmente aquellos que militan o militaron en los partidos que existen desde antes de 1990 (APRA, AP, PPC e IU), y en el segundo grupo a Fujimori y todos los miembros del oficialismo. Esta creencia cundió aun en la misma oposición, llevando a muchos de sus representantes a proclamarse "no interesados en política" o "independientes" como una especie de slogan para ganar popularidad (léase: votos en elecciones). El término "político" o "politizado" suele ser usado para desestimar las opiniones o el actuar del contrario. Refutación: a) todo aquel que tiene un puesto en el gobierno está realizando una actividad política; b) en todo país que se considere democrático existen partidos políticos; c) la ausencia de partidos políticos con objetivos claros lleva a que personas inescrupulosas, sin más ideales que enriquecerse, se arrimen a cualquier grupo que los acoja, lleguen al congreso y se pasen a la bancada oficialista por dinero o presiones; d) los vicios criticados por el fujimorismo en los "políticos tradicionales" (demagogia, mendacidad, corrupción, autoritarismo, etc.) se han repetido en este gobierno en forma corregida y aumentada.

4. La oposición desprestigia al Perú. Parte este mito de la errada equivalencia gobierno = nación, por lo tanto, todo aquél que denuncie los atropellos del gobierno, sobretodo en el extranjero, estará "atacando" al Perú, y será por lo tanto, objeto de calificativos como "traidor a la patria" y similares. Derivan de este mito ideas sobre inverosímiles "conspiraciones internacionales" contra el "patriota" Fujimori. Los que defienden este mito suelen hablar de "oposición llorona", "quejona", "antipatriota", "que hace mucho daño al país" y acostumbran lanzar proclamas muy exaltadas aludiendo a la patria, los héroes y temas similares. Refutación: a) el gobierno de Fujimori no es el Perú; b) ocultar la corrupción no es ser "patriota"; c) el gobierno de Fujimori vendió las empresas de luz, teléfonos, petróleo, grifos, bancos y las minas a empresas extranjeras; d) el asesor Montesinos -llamado "héroe" por el ministro de educación- fue expulsado del ejército acusado de traición a la patria; e) si no fuera por la presión internacional, la represión interna sería mucho peor.

5. Fujimori tiene el respaldo de la mayoría. Basándose en este mito, el gobierno pretende justificar su re-reelección ilegal argumentando que "la mayoría" lo respalda o que "el pueblo tiene derecho a elegirlo". Y para convencer a todos de la veracidad de este argumento, no duda en llevar a la gente a sus mítines en camiones y bajo amenazas, en alterar encuestas y resultados electorales, y hasta en utilizar a la televisión cautiva para que enfoque sus mítines a conveniencia y no transmita, o lo haga en forma breve y tergiversada, los mítines de los adversarios. Frase típica de los que defienden esta falsedad: "el pueblo ya decidió y hay que respetarlo". Refutación: a) los resultados oficiales de las últimas elecciones no son confiables, como bien lo han señalado múltiples organismos nacionales y extranjeros; b) aun con fraude y compitiendo solo, Fujimori únicamente consiguió alrededor de un tercio de los votos en la segunda vuelta electoral; c) el gobierno impidió la realización de un referéndum en 1998 que planteaba a la ciudadanía aceptar o rechazar la postulación de Fujimori a un tercer mandato; si es tan "popular", ¿a qué le temía?

6. Nada se puede hacer contra la dictadura y quienes están con ella. Quizás el más perverso de todos los mitos por su intención desesperanzadora y generadora de conformismo, inacción y aceptación sumisa en la población. A diferencia de los anteriores, no se expresa directamente (es más, se niega en forma hipócrita) pero sí se demuestra en los hechos, al denunciar a los que denuncian actos de corrupción, al dejar libres a asesinos convictos y confesos, al no investigar a sospechosos de delitos que están con el gobierno, al permitir la difamación descarada a través de los medios gobiernistas, al cometer fraude electoral bajo la mirada de todo el mundo y sin mayor vergüenza, y al intimidar, torturar, chantajear o hasta asesinar a quienes son un "estorbo" para sus intereses. Este mito se expresa a través de frases como: "no hay nada que hacer", "no quiero tener problemas", "hay que mirar a futuro", "es un hecho consumado" o "yo no me meto en política". Refutación: a) el abuso prospera cuando todos lo permiten; b) las denuncias continuas van minando la credibilidad y fortaleza de la dictadura; c) las movilizaciones ciudadanas impidieron que el fraude electoral se consumara en la primera vuelta electoral, como tenía previsto el gobierno.

La difusión de estos mitos constituye el sustento ideológico de la dictadura de Fujimori, por lo cual creemos que su constante refutación debe ser una de las principales tareas de la oposición democrática en el Perú. 
 
 

Junio del 2000

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